top of page

El arte de la resiliencia: lecciones de Huracán (y cómo hacerlas tuyas).

Actualizado: 3 ene


Hay momentos en la vida que llegan sin avisar y lo cambian todo. Para mí, ese momento fue cuando Huracán apareció en mi camino.


No lo busqué, no lo planeé. Simplemente sucedió, como si el destino supiera que necesitaba una lección que solo él, con su alma pura, libre y noble, podía enseñarme.


La historia de Huracán no es solo la de un perro; es una metáfora sobre cómo vivir con propósito, adaptabilidad y conexión, habilidades esenciales tanto para la vida personal como profesional.


Huracán simboliza la libertad de superar barreras internas, la energía de afrontar desafíos con entusiasmo y la capacidad de conectar profundamente con lo que nos rodea.


En el desarrollo personal, nos enseña que la vida no se trata solo de cumplir metas, sino de disfrutar el viaje, aprender a fluir con los cambios y vivir con autenticidad.


En lo profesional, su ejemplo de pasión y respeto por el entorno nos inspira a abordar nuestros proyectos con creatividad, resiliencia y una visión global, conectando no solo con los resultados, sino también con las personas y el impacto que generamos.


Vivir y trabajar con pasión, propósito y respeto no solo nos beneficia a nosotros mismos, sino también al mundo que tocamos.


Su energía y libertad nos invitan a abrazar los desafíos, aprender de ellos y avanzar, sin límites, hacia nuestra mejor versión.



No tiene títulos, no sabe nada de negocios y jamás ha pisado una oficina.

Es rápido, fuerte y más sabio de lo que aparenta.


No te preocupes, no necesitas buscarlo en LinkedIn.

Porque Huracán… es mi amigo, mi pastor alemán.


Hoy quiero compartir contigo las lecciones que aprendo con él.


Las mismas que me han enseñado a enfrentar la vida,

los golpes (porque siempre llegan) y también a salir

adelante en el trabajo.


Aprende a moverte con el viento

¿Has visto cómo un animal enfrenta un obstáculo? No pierde el tiempo lamentándose, ni se queda congelado pensando en lo injusto que es todo. Actúa.


Si no puede saltar, rodea.

Si lo empujan, busca otro camino.

Si tropieza, se levanta y sigue.


Nosotros, en cambio, nos quedamos atrapados. Nos enfadamos, nos quejamos, nos repetimos mil veces “¿por qué a mí?”.


Pero, ¿sabes qué? La vida no responde a esas preguntas.


Huracán me enseña que la resiliencia no es luchar contra el viento.

Es moverte con él.


Es soltar la obsesión por lo que debería ser y adaptarte a lo que

realmente es.


¿Tienes un proyecto que no avanza? Cambia el enfoque.

¿Un plan que se cayó? Busca otra manera.

¿Un golpe inesperado? Ajusta tu estrategia y sigue adelante.


No importa si el nuevo camino es más largo, más complicado o menos elegante.


Lo importante es avanzar.


Porque el viento no deja de soplar, pero tú decides si te paraliza o te impulsa.


La próxima vez que algo no salga como esperabas, recuerda esto: no se trata de fuerza, se trata de fluir.


El que aprende a moverse con el viento nunca se detiene.


Caer no es el final, quedarse en el suelo sí

¿Sabes qué hace Huracán cuando falla un salto?


Nada del otro mundo: se levanta. 


Sin quedarse mirando al horizonte como si el universo le debiera algo.

Se sacude, lo intenta de nuevo y sigue adelante.


¿Y nosotros? Ah, nosotros hacemos un espectáculo.


Nos caemos y pasamos horas, días, a veces años, lamentándonos. “¿Por qué a mí?”, “¿Qué hice mal?”, “¿Y si nunca lo consigo?”.


Como si quedarnos en el suelo fuera a arreglar algo.


Todo es parte del juego. 


Lo que no es parte del juego es quedarte ahí,

paralizado, esperando un rescate que nunca va a llegar.


En la vida y en el trabajo siempre habrá tropiezos:

Es normal. Pero lo importante es que lo único que separa a los que avanzan de los que no es lo rápido que se levantan.


No pienses tanto, no analices tanto, no te castigues tanto.


Caíste, te levantas. 

Así de simple, así de complicado.


Porque quedarte en el suelo no es una opción.


Usa tu energía con inteligencia

Huracán tiene algo que nosotros hemos olvidado: sabe dónde poner su energía.


Si llueve, se refugia.

Si está cansado, descansa.

Si tiene hambre, busca comida.


No se queda rumiando sobre el clima, ni preocupándose por lo que no puede cambiar. No pierde ni un gramo de energía en lo innecesario.


Y tú, ¿qué haces? Te agotas pensando en lo que tu jefe no dijo, en lo que los demás piensan de ti, o peor aún, en problemas que ni siquiera han pasado.


La resiliencia no es solo levantarte, es saber en qué batallas vale la pena luchar.


Aprende a decir no.

Suelta el control sobre lo que no puedes cambiar.

Y enfócate en lo que realmente importa: aquello que depende de ti.


Porque no puedes con todo. 

Pero sí puedes con lo que importa.


Usa tu energía con inteligencia.


Crea pequeños refugios

Cuando Huracán siente peligro, no se lanza a lo loco.


No intenta pelear contra lo que no puede ganar.

Busca un refugio.


Una cueva, un rincón seguro, un lugar donde pueda respirar, recargar fuerzas y esperar el momento adecuado para volver a salir.


¿Y tú? ¿Dónde está tu refugio?

Porque no puedes estar al 100% todo el tiempo.


La resiliencia no es empujar hasta romperte.

Es saber cuándo necesitas parar para cuidarte.


Tu refugio puede ser cualquier cosa:

  • Un paseo donde desconectes del ruido.

  • Un rato de meditación.

  • Un café en silencio contigo mismo.


Lo que importa no es el lugar, es que te des ese espacio para parar, pensar y recargar.


La clave no es estar fuerte siempre.

Es saber cuándo necesitas refugiarte para poder salir más fuerte después. 


Hazlo. Tu mente, tu cuerpo y tu vida te lo agradecerán.


Confía en tu instinto, pero aprende de tus errores

Los animales confían en su instinto, pero también aprenden.


Si Huracán intentó cazar algo y falló, la próxima vez ajusta su estrategia.

Nunca repite el mismo error.


Nosotros somos buenos confiando en nuestro instinto, pero a veces

tropezamos con la misma piedra.


La resiliencia es eso: aprender.


Si algo no salió bien, pregúntate por qué.

Analiza el error, ajusta tu estrategia y vuelve a intentarlo.


Pero esta vez, con una mejor versión del plan.


Confía en tu intuición, pero ten la humildad de aprender de cada tropiezo. Porque la clave no es solo seguir, es hacerlo mejor cada vez.


Confía en ti, pero también sé lo suficientemente humilde para cambiar.


Sé valiente, pero también paciente

Huracán no duda cuando ve una oportunidad. Se lanza.


Pero no lo hace a lo loco.

Observa, analiza y espera el momento exacto.

Sabe que una decisión apresurada puede ser peor que quedarse quieto.


La valentía no es suficiente si no tienes paciencia, y la paciencia no sirve de nada sin valentía.


Conclusión:

La resiliencia no es un talento reservado para unos pocos.

No es algo que "se tiene o no se tiene".


Es un arte que se entrena.


No necesitas luchar contra todo, sino aprender a adaptarte, a moverte con el viento, a fluir como el agua y a guardar tu energía para lo que realmente vale la pena.


La vida no es un camino recto.

Siempre habrá obstáculos. 


Y tu trabajo no es evitarlos, porque eso es imposible.

Tu trabajo es aprender a saltarlos, rodearlos, o si hace falta,

derribarlos de un golpe.


Cuando hay caos en mi día a día, cuando siento que todo se desmorona, siempre me pregunto: ¿qué haría Huracán?


La respuesta es simple: seguir adelante.


Y tú también puedes hacerlo.




 
 
 

Comments


Commenting on this post isn't available anymore. Contact the site owner for more info.
bottom of page